Pontecesures, donde los ladrones lo aprovechan todo.

Publicado por Redacción en

Por mucho que los datos oficiales que esgrime la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra digan que en Pontecesures los niveles de criminalidad son los normales, la sensación que tienen los vecinos que residen en esta pequeña localidad del Baixo Ulla es muy diferente. Cada cierto tiempo se produce una oleada de asaltos a bares, comercios y viviendas particulares de la que, en ocasiones, no se ha librado ni el cobre del alumbrado público. En las últimas semanas, la localidad ha vuelto a estar en manos de un hombre al que la Guardia Civil le imputa varios robos. Fue «cazado» gracias a que el propietario de uno de los comercios asaltados -una tienda de material deportivo- vio por la calle a un vecino de Padrón subido en una de las ocho bicicletas que le habían sustraído del local.

Tirando de ese hilo, la Benemérita llegó hasta un hombre, RC.T.J., de 35 años de edad y vecino de Pontecesures, en cuyo domicilio se encontraron seis de las ocho bicicletas robadas y buena parte del alijo de material deportivo con el que se había hecho un par de semanas antes. Pero no fue lo único que hallaron los agentes durante el registro. En el transcurso del mismo encontraron pruebas que implicaban a este hombre en otros cuatro robos en comercios y viviendas de Pontecesures y en la depuradora de Padrón.

Entre los objetos encontrados figuraban, por ejemplo, sacos de pienso de comida para aves que habían sido sustraídos, días antes, de una tienda de mascotas de Pontecesures. De aquel viaje clandestino a este local se había marchado el caco con un botín peculiar. Y es que, además de pienso para alimentar a todo tipo de mascotas, se había llevado objetos destinados al cuidado de las mismas y una buena dosis de raticida.

Sospechosos habituales

El autor de estos robos, que ya está en la calle a espera de juicio, es uno de los sospechos habituales cuando en Pontecesures se produce un asalto. No es el único: en la localidad hay otros vecinos con un largo historial en esta materia. Pero aunque son sus persistentes fechorías las que traen de cabeza a los cesureños, en la localidad arrastran otras cruces.

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Un vecino, por ejemplo, lleva meses teniendo que estar ojo avizor cada vez que cuelga la ropa en su tendal. En varias ocasiones, cuando iba a recoger las prendas ya secas, se topaba con que alguien las había sustraído. «Xa van varias veces que lle pasa», reconocían ayer desde el Ayuntamiento, desde donde explican que las cuerdas de colgar la ropa están «moi pegadas á rúa», un blanco fácil para quienes no tienen el menor reparo en llevarse lo que no es suyo.

Puede que sea difícil dar con los autores de este robo, aunque en las calles de Pontecesures todo el mundo tiene sus sospechas sobre quién está detrás de estos hurtos de ropa. En Catoira, hace un par de años, un ladrón también se aficionó a visitar los tendales de los vecinos y nunca se supo quien estaba tras tan extraños robos.

Los golpes puntuales

Por si los ladrones habituales no fuesen suficiente para amargar la vida de los cesureños, esta localidad sufre, como otras de Galicia, la visita de grupos organizados y profesionales que realizan incursiones rápidas para llevarse los botines que iban a buscar. El pasado mes de marzo, sin ir más lejos, una banda desembarcó en la avenida Arousa y se llevó 400 metros de cable de la red de alumbrado público.

El gobierno local ha trasladao en varias ocasiones a la Subdelegación del Gobierno su preocupación por la eterna sucesión de robos que se producen en la localidad, y que está amparada por la escasez de efectivos que padecen los cuerpos de seguridad que deben cubrir esa zona. Eso explica la osadía que los ladrones muestran en esta localidad. Como cuando, en el mes de mayo, los cacos entraron dos veces en 24 horas en un estanco situado en la calle San Lois, en pleno centro urbano.

La Voz de Galicia


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