La peor experiencia de sus vidas.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Voluntarios de Protección Civil de Valga, Pontecesures, Vilagarcía y Cambados relatan su participación en el estremecedor operativo que siguió al accidente del Alvia de Santiago

Personas que preguntan desconsoladas por sus familiares desaparecidos, heridos en estado de «shock» o que gritan de dolor, cadáveres irreconocibles, miembros humanos amputados… Varios voluntarios de Protección Civil de O Salnés y Ullán pasaron toda la madrugada trabajando en Santiago, y aseguran que fue uno de los momentos más duros de sus vidas. «Nunca estás preparado del todo para algo así», cuenta un voluntario que trabaja en emergencias desde hace años. «Somos personas, y ver algo así ablanda hasta a una piedra», dice a su vez otro, todavía emocionado.

«Era todo muy silencioso. Lo único que se escuchaba era el ruido de los generadores». Iván Marín, de Protección Civil de Cambados, participó el miércoles por la noche en las tareas de rescate de los cadáveres del accidente del Alvia. En ese momento las vías estaban llenas de bomberos, de policías, de médicos, y aún así reinaba en el ambiente un silencio espeso, sobrecogedor. Miembros de Protección Civil de varias agrupaciones y técnicos sanitarios de O Salnés y Ullán participaron en el operativo. Y a pesar de que casi todos llevan muchos años trabajando en emergencias, coinciden en que la experiencia de Santiago fue terrible. «Ha sido una experiencia muy mala. Me cuesta descansar», reconoce otro de los voluntarios de Cambados, Oliver González.

Iván Marín se enteró del accidente por un whatsapp, apenas 13 minutos después del descarrilamiento. Le decían que había cuatro muertos, y que era el tren de Vigo que hacía parada en Vilagarcía. Llamó al 112, para ofrecer la colaboración de Cambados, y luego al alcalde «porque como al principio pensábamos que era el tren que para en Vilagarcía y era la víspera del Apóstol cabía la posibilidad de que hubiese alguien de Cambados».

A los pocos minutos, sin embargo, ya se enteró de que el convoy accidentado era un Alvia, y de que ya había al menos 10 muertos. El 112 le llamó de nuevo sobre las 21,30 horas y le pidieron que llevase unos generadores eléctricos, puesto que ya empezaba a anochecer. Iván Marín llamó a dos compañeros, Oliver González y Vicente Trogu y recogió el equipo de excarcelación y dos generadores, el suyo y otro que les prestó Protección Civil de Ribadumia.

Llegaron sobre las 23 horas y se pusieron a las órdenes de los bomberos de Santiago. Iván Marín ya empezó a trabajar desde un principio en la recuperación de cuerpos. «Ha sido lo más duro que he hecho en los 16 años que llevo trabajando en emergencias, sin lugar a dudas. Ya iba mentalizado de que allí no iba a encontrar nada bueno, y de camino íbamos diciendo que lo peor que podíamos encontrarnos era niños fallecidos. Y los encontramos». Marín asegura que «escogí compañeros con experiencia y una cierta edad», pues ya sospechaba que iban a pasar un trago muy duro. De hecho, cuenta que en el operativo había profesionales muy impresionados. «Había una policía bloqueada, inmóvil», recuerda el cambadés.

A otro de sus compañeros, Vicente Trogu, le tiembla la voz con que solo le mencionen el tema. «Allí se veían personas desfiguradas, irreconocibles, miembros humanos amputados… El orgullo de haber ayudado, de haber echado una mano en un momento tan duro es algo que te queda, pero el dolor es mucho más fuerte. No me será fácil olvidarlo».

Trogu dice que las imágenes de la curva le siguen yendo a la cabeza. «Somos personas, y por muy duros o acostumbrados que estemos a las emergencias, ver algo así ablanda hasta a una piedra».

Para Eduardo Rodríguez, de Protección Civil de Valga, es normal que tragedias como la de Santiago afecten, incluso a personas que ya saben lo que es trabajar en siniestros con cadáveres. El miércoles estuvo con otros cuatro compañeros junto a la fatídica curva. «Íbamos concienciados de que sería durísimo, pero nunca estás preparado del todo para algo así. Nadie es de hierro». Los voluntarios de Valga llevaron varios vehículos del Ayuntamiento y de la agrupación para trasladar a los familiares de los heridos y los fallecidos desde el punto del siniestro a los centros de información y los hoteles. En sus coches iba gente que parecía afrontar la tragedia de formas muy distintas. Algunos conservaban externamente la calma; otros dejaban fluir los nervios y la desesperación.

Protección Civil de Valga también fue a Santiago el jueves y el viernes, para echar una mano. Eduardo Rodríguez se quedó en base, atendiendo las incidencias convencionales. Y reconoce que sucesos como el de Santiago marcan. «Al salir de allí tratas de olvidarlo, pero sigue ahí. Supongo que es algo que no te va a dar problemas, pero sí que te deja algo tocado».

FARO DE VIGO, 28/07/13


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