«Vin para aquí polo alugueiro, e agora creo que se quedara en Padrón non traballaría tanto».

Publicado por Redacción en

Rodrigo Ces decidió hace algo más de dos años dedicarse a lo que realmente le gustaba: hacer arte sobre la piel. Así que dio un salto al vacío, decidió abrir un estudio de tatuajes y empezó a buscar el mejor lugar para ello. Como vive en Rianxo, sus primeras pesquisas las realizó por las calles que vieron crecer a Castelao. «Pero os prezos eran altísimos, un desfase». Una vez descartado el entorno más cercano, volvió sus ojos hacia Padrón. Pero de nuevo se encontró con que las tarifas que se piden por el alquiler de un bajo en la villa de Rosalía se escapaban de su presupuesto de joven y arriesgado emprendedor.

Puestos a tantear opciones llegó a las Galerías Belsay, en Pontecesures. «A verdade é que aquí, nas galerías, os prezos dos locais están baratísimos». Allí encontró un establecimiento del tamaño perfecto, y por menos de la mitad del dinero que le reclamaban en otras localidades.

Tuvo mucho que trabajar en el local. Se encargó de la electricidad, de las divisiones internas, de dotarlo de todo aquello que la normativa exige a un centro de tatuajes. Y luego, por fin, abrió las puertas. «Os primeiros meses non facía nin 50 euros á semana. Era un desastre, non daba nin para os gastos», relata. Pero poco a poco la situación fue cambiando. Empezó a funcionar el boca a boca y, ahora, en manos de Rodrigo Ces se pone gente llegada de lejos. Cuando hablamos con él, acaban de salir del estudio Andrea y Marta, dos jóvenes de Rianxo que han venido a hacerse un tatuaje, la primera, y un piercing la segunda. «Non doeu nada», dicen antes de marchar, sonrientes y satisfechas, a comerse el mundo.

Pero los clientes del Ink Friends no solo llegan del otro lado de la ría. Hasta el local de las Galerías Belsay llegan clientes de Milladoiro, de Cacheiras, de Vilagarcía. «Date de conta de que Pontecesures ten unha cousa moi boa: está moi ben situado, a vinte minutos de Santiago, a outros vinte de Pontevedra», señala Rodrigo. ?l llega todos los días a su negocio a eso de las diez de la mañana -cosas de la conciliación de familia y trabajo-. Pero reconoce que no es lo habitual en este tipo de negocios, que amanecen más tarde.

Los horarios varían
Sus horarios, en realidad, dependen mucho de las citas que tenga marcadas para el día. «Porque este non é un negocio no que entres porque pasas por diante e dis, ?vou facer unha tatuaxe?. Non entra xente a preguntar». A Rodrigo le va bien. Siente que crece como artista con cada trabajo que realiza, y siente también que crece su prestigio. Ha ganado algún certamen que otro, ha sido invitado a participar en congresos y ferias. La prueba definitiva de que su trabajo gusta está en su agenda: «Estou dando citas para o mes de marzo». Puestos a hacer balance de su estancia en Pontecesures, Rodrigo está satisfecho. «Vin para aquí polo alugueiro, pero agora creo que se quedara en Padrón, ao mellor non traballaría tanto nin tería tanto éxito». Aunque, con la energía que le pone, el triunfo parecía cantado.

La Voz de Galicia